Los CJR buscan aportar al lento proceso de reconstrucción de las organizaciones sociales de base por medio de la participación directa de los pobladores, estudiantes y trabajadores en la resolución de nuestros problemas, afrontamos con esperanza el presente, apostando por la capacidad de desarrollo que posee el mundo social y confiando en las bases sociales, semilleros de nuevas personas que enfrenten las necesidades y marginaciones de las mayorías por medio de la organización y la lucha por las demandas que nos permitan tener una vida mejor.

Apostamos por evitar el sectarismo entre la izquierda, de la cual nos sentimos parte, por ello nuestra máxima es la unidad en la lucha y la diversidad comprendida como la aceptación de trabajar con diversas organizaciones bajo la premisa de encontrarnos en algún movimiento social u organización social, respetando las identidades y formas de trabajo propios de cada organización.

Creemos que en la realidad concreta no debemos ser tan solo engranajes de una gran maquina que nos domina y de la cual pasamos a formar parte, por ello apostamos a la transformación de los sujetos levantando los valores socialistas como premisa para la transformación de la sociedad.

Solo por medio de una transformación radical , es decir una revolución, seremos capaces de construir una nueva sociedad en donde las personas no estén al servicio de los empresarios y el mercado con sus vaivenes, solo por medio de una revolución seremos capaces de recuperar lo que nos pertenece y de devolverle a la sociedad la libertad de labrar su camino sin ser este alambrado por los intereses de los poderosos.

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domingo, 21 de junio de 2009

Piratas Somalíes.


“Nuestro propósito es parar la pesca ilegal y vertidos en nuestras aguas… No nos consideramos bandidos de los mares. Los bandidos son aquellos que pescan, vierten residuos ilegalmente y llevan armas en nuestros mares.”
Sugule Ali, pirata.



Hace algún tiempo, escuchamos hablar sobre la reaparición de los piratas en las costas somalíes, piratas que comenzaron con sus fechorías robando barcos, tomando rehenes y saqueando todo a su paso.


Al escuchar la palabra “pirata”, es inevitable que por nuestra cabeza pasen una serie de imágenes casi mecánicas que retratan a un personaje con un garfio en su mano izquierda y un parche en el ojo. Casi como un cuento de hadas. La verdadera historia podríamos contextualizarla allá por el siglo XVIII en Inglaterra, donde los marinos, cansados de los abusos de la marina británica, comenzaron a rebelarse y a formar sus propias flotas, saqueando y robando todo lo que se les cruzase y repartiendo el botín de manera colectiva. Cabe destacar que estos llamados “piratas” no fueron odiados por la sociedad de la época, es más, cuando uno de ellos era capturado y condenado a morir en la horca de alguna plaza, los aldeanos o simples civiles que observaban la escena, le salvaban la vida, pidiendo misericordia al verdugo.

¿Quién es el pirata?

Estos nuevos personajes se hicieron conocidos hace algunos meses, cuando asaltaron un barco estadounidense, el Maersk Alabama, que navegaba por las costas somalíes. Tomaron como rehenes a sus tripulantes, y luego de cinco días los soltaron sin recibir algún tipo de recompensa, pues no la pidieron. Según los reportes oficiales, los rescatistas y francotiradores enviados por los Estados Unidos luego de observar por varios días el accionar de los “piratas” tomaron la determinación –que según se dice estaba aprobada por Obama- de matar a tres de los captores pues “apuntaban al capitán del barco con un rifle AK-47”. Un asesinato exento de culpas, según los medios. Luego de lo ocurrido, los “piratas” desmintieron la explicación estadounidense y prometieron vengarse por la matanza de sus compañeros, amenazando con intensificar más aún su accionar.


Para poder entender este problema nos adentraremos un poco en la historia de Somalia, pues como sabemos, el sujeto no se entiende sin su entorno o contexto.


Hace 19 años, en 1991, Somalia venía pasando por diversos períodos de inestabilidad política y económica, por lo que la gente comenzó a organizarse en pequeños grupos capaces de hacer frente a las múltiples crisis por las que atravesaban. Crisis que tenían su punto en común en el casi vacío y contaminado mar somalí.


Por esos años – y hasta ahora- Somalia se encontraba envenenada literalmente. Diversos países se embarcaban hasta las costas africanas a pescar ilegalmente, robándole el sustento a miles de pescadores (cabe destacar que el mayor ingreso que reciben las familias somalíes proviene de la pesca) cuantificando pérdidas por más de 300 millones de dólares. Cuando estos países terminaron de robar casi por completo los recursos que el mar proveía, comenzaron a vaciar sus desechos tóxicos en él, evadiendo por completo las reglas medioambientales al deshacerse de una “diversidad de desperdicios”, desde uranio radioactivo, hasta desechos industriales, químicos y de hospitales, pasando por el mercurio, plomo y cadmio.


Claro, ahí salía más barato botar los residuos; para ser exactos, dos dólares con cincuenta centavos por tonelada, cuando en Europa sale algo así como mil dólares por la misma cantidad.
Transcurrieron unos cuantos años y la gente comenzó a enfermarse, a sufrir hemorragias, los niños nacían con malformaciones por la radiación y si es que llegaban a nacer. Los pescadores empobrecidos buscaron por todos los medios hacerse escuchar, llegando incluso a la ONU, donde el vocero de Somalia le reprochó a los otros países su irresponsable actuar. Estos respondieron con un: ¿Y qué podemos hacer nosotros?


Es así como la gente comienza a organizarse, cansada de los abusos de las grandes potencias (aquí están metidos países como Francia, Alemania, Noruega e Italia y hasta su mafia). Es en ese preciso momento en que la paciencia terminó y crearon la Guardia Costera Voluntaria de Somalia, los mal llamados “piratas”. Al principio comenzaron utilizando lanchas rápidas para disuadir a los que vertían residuos o cobrarles tributo, mas con el tiempo, radicalizaron su accionar, asaltando barcos (lo que obtenían de ellos lo repartían a la población hambrienta, ya que la mayoría de los barcos asaltados cargaban toneladas de alimentos) y tomando rehenes; hecho que no se justifica. Sin embargo, ¿Quién puede juzgar a una nación que por casi dos décadas ha vivido en un caos provocado por las grandes potencias?


El pueblo somalí ha buscado todas las formas de hacerse escuchar, desde las más pacíficas hasta las más violentas. Y ahora que comenzaron a atacar, por la televisión nos muestran a los “incivilizados piratas” que roban y capturan barcos, hecho que les da la facilidad a los capitalistas para intervenir con sus ejércitos y así saciar sus ansias de dominación.



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